La duda metódica
Una miráda al discurso del método de René Descartes
Por: Julián Humberto Ballén Espinosa
Matemática, historia, filosofía, física, teología; René Descartes, filósofo y matemático del siglo XVII, estaba formado en una amplia gama de conocimientos que abarcaban diversas disciplinas, de las que consideró en su momento que podrían entenderse más como tradiciones heredadas de pensamiento que como el saber mismo que reflejara la verdad de cada una de las cosas. Por ello, decide realizar el ejercicio sistemático de abandonar estos aprendizajes adquiridos en la academia y buscar un método que le permitiese alcanzar el «conocimiento verdadero» y establecer una base sólida para la ciencia.
Esta iniciativa de cambio estaba impulsada además de su misma voluntad también por el contexto histórico de cambios radicales en Europa, entre ellos la protesta de Martín Lutero en 1517 con sus 95 tesis en su texto (por la venta directa de “perdones divinos” que realizaba la iglesia entonces). Aunado a la condena por parte de la Iglesia Católica en 1616 a Nicolás Copérnico por su libro , que contiene la teoría astronómica heliocéntrica y que suponía todo un cambio de paradigma teológico y científico de comprensión misma del mundo.
De una manera que reflejaba cierto carácter de humildad, Descartes luego de enlistarse en el servicio militar con el fin de promover el crecimiento de su saber a través de las experiencias, decide retirarse a Holanda para no distraerse con los beneficios propios que ofrecía Francia a un hombre jóven y económicamente cómodo. Allí desarrollaría entre otros textos, el Discurso del Método, el que cómo una intensión misma en su presentación no titula “Tratado del Método” con el objeto de mostrarlo como un ejercicio de reflexión propio que quiere compartir, más no como una teoría de obligatorio cumplimiento.
Así pues, partiendo de lo que el mismo autor denominó una duda metódica, que consiste básicamente en dudar de todas las cosas, desde su misma existencia, pasando por los sentidos, de los cuales menciona que pueden engañarnos al no ser precisos en algunas situaciones como en ilusiones ópticas o sueños muy lucidos. La realidad externa donde pone en tela de juicio la existencia del mundo material externo e incluso la forma de comprenderlo con supuesta exactitud por medio de las ciencias, planteando la posibilidad de que todo lo que percibimos sea una ilusión creada por un genio maligno, hasta dudar de la objetividad de Dios, siendo Descartes creyente, se plantea la posibilidad de que un ser supremo engañador pudiera inducirlo a error incluso en sus creencias religiosas.
Una vez ha dudado de todo propone un método por medio del cual espera responder a las preguntas sobre cada vacío de conocimiento verdadero que se ha planteado y evitar el error; cuya estructura y contenido es la siguiente:
Primero: Regla de la Evidencia. Esta regla establece que se deben aceptar como verdaderos únicamente aquellos conocimientos que sean claros y distintos, rechazando todo
lo que sea dudoso o probable.
Segundo: Regla del Análisis. Consiste en descomponer cada dificultad en tantas partes como sea posible para resolverlas, permitiendo abordar problemas complejos dividiéndolos en elementos simples y claros.
Tercero: Regla de la Síntesis. Ir de lo simple a lo complejo. Implica la reconstrucción de los elementos simples analizados en la regla anterior para comprender la complejidad del problema de manera integral, combinando las partes para obtener una visión completa
Cuarto: Regla de la Enumeración. Esta regla se refiere a la necesidad de realizar recuentos y revisiones para asegurarse de haber considerado todos los aspectos relevantes de un problema, garantizando un análisis exhaustivo y completo.
Estas reglas constituyen el núcleo del método cartesiano, proporcionando un marco riguroso para el pensamiento claro, la búsqueda de la verdad y la resolución de problemas de manera sistemática y ordenada. Cerrando su texto con una noble reflexión sobre la intención de hacer aportes entre todas las personas que buscan el conocimiento y apoyarse entre sí, más que competir entre ellos, para avanzar más rápidamente a principios sólidos que permitan comprender de mejor manera el mundo.
Julián Humberto Ballén Espinosa
@dialogos_julian_ballen
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