Séneca y la Tranquilidad del Espíritu

Séneca y la Tranquilidad del Espíritu

noviembre 15, 2023 8 Por Julian Ballen
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LA CONSTANTE INSATISFACCIÓN DE SENTIR QUE NO HAS HECHO NADA EN LA VIDA

Julián Humberto Ballén Espinosa

¿Cómo alcanzar la tranquilidad del espíritu y con ella la felicidad?

Una cuestión simple, pero en práctica confusa, alcanzar lo que se desea, aparentemente siempre ha sido la clave para la felicidad anhelada por la humanidad, ¿plantearse metas y cumplirlas es en realidad una medicina al espíritu? De una forma poética, como conversada por un pariente mayor, Séneca nos muestra en su diálogo con Sereno, cómo las consideraciones de bienes en la vida de los hombres comunes son dilaciones innecesarias para alcanzar la calma, pues según su visión, aquello que se anhela no se hace por decisión propia si no porque otros así lo ambicionan, lo que entendemos hoy como presión social o modas; comidas finas, ropas, lujos, sirvientes, excesos y demás goces del cuerpo nublan la visión del espíritu y lo perturban.

Si bien para pensadores como Epicuro estos placeres constituían la meta vital del hombre, porque todo ser vivo se rige por este instinto fundamental[1], fueron más los pensadores como Zenón que, no dejando atrás la premisa de búsqueda de la felicidad que para los «zenonianos» o los «estoicos», como se los denominó más tarde, era una maravillosa fuerza capaz de unirnos a la naturaleza[2], a sus ojos, la idea de buscarla en el mundo exterior degradaba al hombre a la condición de animal y desconocía la excelsitud del logos que en su perspectiva constituía la verdadera esencia de lo humano y que también, solo él, conformaba el cosmos.

En el hecho de no poder decidirse, si escapar de estas pasiones y buscar la calma, la imperturbabilidad y la quietud, o por el contrario aquello que anhela el impulso inmediato por medio del cuerpo y la sociedad circundante, nos sometemos a un movimiento continuo y perene. Un movimiento que busca en todo caso la tranquilidad anhelada o la felicidad, pero no encuentra el camino que conduzca hacia ella. En momentos de soledad interior, a veces pasa, que aún llenos de personas alrededor nos sentimos ausentes de nosotros mimos y observando a todos los otros con sus respectivas vidas, llega un sentimiento; ¿qué es lo que yo mismo estoy haciendo con mi vida? Se supone que a mi edad debería de haber conseguido más logros, tener más cosas, ser más exitoso. Lo curioso de esto es que no importa cual sea la situación actual, si eres rico o no tienes dinero el sentimiento va a ser igual. Se causa entonces un tedio, hacia el movimiento, hacia la vida, hacia los otros ¿Para qué me muevo si por más que consigo nunca va a ser suficiente?

Ser útil a la humanidad parece configurarse en el momento final de la estructura dialógica como el camino más seguro para alcanzar la tranquilidad del espíritu y emanciparnos del tedio de la búsqueda perpetua de lo que no existe en las pasiones. Citando a Lucrecio [3] “así cada cual de sí mismo huye siempre”. Pues si bien perseguir aquello que no es práctico perturba el espíritu, el tedio de lo igual y lo mismo lo perturban también, sobre lo cual Séneca propone que el ser humano debe estar siempre ocupado en algo (se incluye en esto, la reflexión, el descanso y el pensamiento) y aprovechar al máximo el tiempo que la naturaleza le dio, aunando que las tareas en las que se ocupa deben ser con buenos propósitos que benefician a uno mismo y a los demás. En el presente texto abordaremos, la forma que desde el autor se puede develar el propósito de hacer una ocupación pública para caminar hacia la tranquilidad, revisando pasajes de su diálogo con Sereno y transitando algunos otros autores o ideas que esclarezcan este camino como sentido.

Si bien el autor de manera directa pretende mostrar a su interlocutor que para el fin encontrar una efectiva tranquilidad en el espíritu ha de precisarse un pensamiento que se separa de dos líneas; ni la búsqueda de las pasiones en sí mismas (en contexto contemporáneo: Riquezas, sexo, viajes, tecnología etc.) ni la búsqueda deliberada de la escasez, pues estos fines son relacionados con el cuerpo. La no búsqueda deliberada de estímulos para el cuerpo tiende a relacionarse con la imperturbabilidad que en ningún momento significa quietud ni pasividad, y que no fortalecen ni la virtud ni el hombre; más cuando el hombre cultiva su espíritu con acciones que gozan de un propósito y un carácter de mejoramiento de su propio contexto, aún en escenarios públicos como privados, siempre este espíritu estará enriqueciéndose, haciendo buenas obras y dejando un legado digno de obtener los beneficios de una calma y tranquilidad, no por quietud, si no por satisfacción de lo bien hecho, así lo muestra Seneca[4] :

            “como el ímpetu de los leones y de los animales con unas rejas se reprime, no así el de los hombres, cuyas acciones más notables se dan en la soledad. Sin embargo, se recatará de tal manera que, donde quiera que esconda su ocio, continúe queriendo ser útil a los hombres por separado y en conjunto con su talento, con su palabra, con su consejo; pues es el único en ser útil al estado el que promueve a los candidatos y defiende a los acusados y decide sobre la paz y la guerra, sino que quien anima a la juventud, quien, en medio de una escasez tan grande de buenos maestros, inculca la virtud en sus espíritus, quien aferra y retiene a los que se lanzan a la carrera hacia el dinero y el lujo y, ya que no otra cosa, al menos los demora, desempeña en privado una función pública”.

De lo anterior es notoria la preocupación de Séneca en evidenciar la causa de la perdurabilidad del espíritu, cual es la razón por la cual los seres humanos siempre estamos angustiados, no es otra que malversar el tiempo que se nos ha dado en acciones diferentes a la de buscar la virtud, pues sin importar el ocio o las dificultades que atraviesen la vida del hombre de naturaleza reconoce su virtud, este estará satisfecho pues, aunque este en soledad o acompañado, en lujo o escasez, siempre estará en calma con su vida al reconocer que la ha dedicado a perfeccionarse y al bien más que al mal y al bienestar de su pueblo al igual que al suyo propio. Él lo llama como hacer función pública, a aquellos actos que de una u otra forma siempre propenden un mejoramiento en la sociedad desde la transformación de los contextos inmediatos, el ser útil para los hombres, invirtiendo el tiempo de vida en este menester. Por otro lado, aquellos para quienes es prioridad la búsqueda de los bienes para si mismo únicamente, como el reconocimiento, la acumulación, los lujos y las compañías importantes, perderá el poco tiempo que se le es otorgado para la vida, al preguntarse qué ha hecho con ella, estará siempre preocupado por conseguir estos mencionados deseos, y por estar siempre persiguiendo el uno o el otro, no conseguirá ningún avance en la virtud. “A menudo un anciano bien viejo no tiene ningún otro argumento con que demostrar que ha vivido mucho, excepto su edad[5]. Lo que en palabras contemporáneas podríamos mencionar como una vida vacía.

Se centra en mostrar por medio del diálogo en algunos momentos puntuales que el camino para alcanzar la tranquilidad interior entonces es uno mismo a través de la capacidad que se pueda obtener para hacerle frente a las dificultades, pues si bien el hombre por su propia cuenta puede buscar la virtud y tener una vida serena consigo mismo, sin vergüenza de sus acciones y en tranquilidad con su espíritu, sin embargo esto no garantiza de ninguna manera que el mundo sensible fluya con dicha idea pues como lo menciona Seneca;

            “Sócrates, sin embargo, estaba en medio y consolaba a los dolientes senadores y reanimaba a los que desesperaban de la política y reprochaba a los ricos que temían por sus caudales su tardío arrepentimiento de esa peligrosa codicia, y, para los que querían imitarlo, difundía un magnífico ejemplo, cuando andaba a sus anchas entre los treinta déspotas. A éste, sin embargo, la misma Atenas lo mató en la cárcel, y la libertad no consintió la libertad del que había insultado impunemente al batallón de los tiranos30: debes saber que, por un lado, en una república corrompida el hombre sabio tiene ocasión de darse a conocer, que, por otro, en una próspera y feliz reinan el orgullo, la envidia y otros mil defectos pasivos. Luego según como se presente la política, según como lo permita la suerte, así o nos expansionaremos o nos encogeremos, en todo caso nos moveremos y no nos aturdiremos paralizados por el miedo.

Utilizando lo anterior no más como un apoyo para comprender la estructura que se va cimentando dentro del entramado espiritual del hombre; construirse así mismo desde la comprensión del destino, como una naturaleza que no podemos controlar, desde el control de las pasiones por medio de la sabiduría, la justicia, el coraje y la disciplina. El aceptar que cada momento que llega ha de tener en nosotros un aprendizaje y un fortalecimiento del carácter, son algunas de las bases para alcanzar esta anhelada tranquilidad del espíritu, sin embargo, no concluye con la totalidad del camino necesario.

 No cabe entonces la posibilidad de esperar la tranquilidad de las circunstancias externas, pues sobre ellas no tenemos ningún control y la sociedad misma no se ha de encontrar en todo momento a un nivel de alcanzar virtud, así pues apegarnos a que nuestros contextos se comporten de acuerdo a nuestros deseos sería un despropósito, es necesario entonces primero y en cada momento examinarnos a nosotros mismos, y tener identificado claramente que podemos hacer o que está a nuestro alcance, y para aquello que no, establecer unos planteamientos claros de cómo llegar a estos de manera coherente. “Porque generalmente nos imaginamos poder más de lo que podemos[6]. Pero debemos actuar con lo que si podemos, pues la inmovilidad es un vicio que acrecienta la pereza, y actuar precisamente en busca de ocupar significativamente el tiempo que se nos es dado en la vida.

Séneca reflexiona sobre la importancia de vivir una vida significativa y plena, lo que está relacionado con el entendimiento mismo del cuerpo y del pensamiento ligados a una idea de virtud y cómo la ocupación puede ser una herramienta para lograrlo, también sugiere que una correcta escogencia de dicha ocupación puede ser una forma valiosa para encontrar la felicidad, siempre y cuando se realiza con un propósito significativo, así pues huyendo de la ociosidad y el menester en trivialidades, pues el tiempo dado en la vida es limitado para malgastarlo en actos insustanciales, advirtiendo contra la ocupación sin sentido y el desperdicio de tiempo en actividades que no contribuyen a una vida plena. Cómo lo menciona Hadot[7] “la disciplina de la acción alcanzará su punto culminante en el amor al prójimo”. Así pues el acto que nos pondrá en camino a la felicidad, será para otros, desde la culminación de mi propia construcción.

Esto en la actualidad ha sido revisado por múltiples autores; Gian Carlo Delgado Ramos editor de un libro titulado «Buena Vida, Buen Vivir: imaginarios alternativos para el bien común de la humanidad[8]«. Explora el concepto de «Buen Vivir» o «Vivir Bien» desde varios ángulos y para diferentes regiones, buscando dar cuenta de las complejidades, desafíos, contradicciones y viabilidad de gobiernos y sociedades por construir que encuentran una causa final de bienestar desde proyectos ciudadanos que benefician al colectivo desde la participación individual. Lo cual Séneca identificaba claramente desde sus escritos.

Así pues, el filósofo propone en una surte de historias y ministerios anecdóticos mostrar como en los inicios de este texto se leía, cómo la virtud no abandona el alma del hombre tranquilo, o dicho, por el contrario, cuáles son los comportamientos que pueden llevar el ímpetu y el espíritu de un hombre a la claridad y paz; esto es de la tranquilidad o antes llamada ataraxia, que para la corriente estoica en rasgos similares requería algunas de estas formas de proceder dentro del proceso crecimiento.

No es posible realizar ningún crecimiento o perfeccionamiento del espíritu, aquello que llamamos la búsqueda de la virtud, sin examinarse primero. Este examen es una observación y evaluación minuciosa al propio ser en varios aspectos, entre ellos, las ocupaciones que se plantean para el uso de su tiempo, cómo abordamos la vida ante los vicios cuando desean infiltrarse, como asumimos la actitud ante los hechos de los cuales no tenemos ningún control, cuales amigos elegimos para ser cercanos a nuestro círculo cercano y cómo realizamos un proceso de razonamiento para restablecer y adquirir tranquilidad. Saber puntualmente de manera sincera como reacciono ante cada situación me permitirá conocer mis propios límites y como moverme en aguas donde no pueda timonear el barco de la integridad.

Realizado este análisis propio también encontraremos realidad de conocimiento sobre las cargas que llevamos como pesado lastre en nuestro entendimiento, que, si bien todas aquellas dificultan el caminar en la vida, unas de ellas tienen un propósito y otras no. De estas debemos analizar y precisar cuáles cargas para el espíritu son innecesarias, así pues aquellas que no generen ningún tipo de crecimiento en conocimiento o acercamiento a mi construcción individual, o en bien para mi pueblo o mi familia o para mi propia tranquilidad o sentido de vida, no han de llevarse; la vanidad, la acumulación de dinero la necesidad de reconocimiento público, las rentas, los lujos, los trabajos ociosos, actividades para otros que no suman a su persona y que por el contrario promueven la pereza, ocupaciones que no están enfocadas a la idea de virtud del espíritu en el sentido de no estar en sinergia con mi conocimiento de posibilidades y enfoque decididos desde la razón.

Séneca deja ver una inclinación en su texto sobre la importancia de hacer algo significativo con nuestra vida, hacer el bien y no solo el bien justo para ser personas moralmente aceptables, hacer el bien como modo de vida para alcanzar la virtud, una vida dedicada al mejoramiento de la polis o el demos, para el avance de la humanidad hacia un mejor porvenir. Dejando premisas significativamente valiosas en el camino de encontrar una vida más tranquila y feliz.

Si lo observamos desde una perspectiva distante se puede apreciar en su texto una invitación a forjar un espíritu fuerte y de calidad siendo un hombre útil para la especie humana, más que solamente buscar su tranquilidad, pues aquella devendrá de la construcción propia que se consiga; ya Aristóteles mencionaba que “la calidad no es un acto, es un hábito»[1], sugiriendo que la excelencia se alcanza mediante la práctica constante, esto es precisamente lo que infiere de la vasta cantidad e historias que nos cuenta Séneca en  su diálogo con Sereno, justo cuando realiza la mención de que el hombre con espíritu tranquilo desempeña en privado una función pública, es precisamente que en un su examen personal, en cada decisión consciente, en cada acto realizado y ocupación aceptada siempre está buscando el bien y la virtud, dando todo de si para asegurar que por lo menos pueda promover en otros este camino de forja del espíritu mediante los hábitos. Los cuales deben ser meticulosamente decididos, pensando siempre en la tranquilidad del otro como resultado natural de la búsqueda de su virtud, aconsejando la evitación de los vicios, el desconocimiento propio, los deseos sin propósito y las ocupaciones triviales. Dar todo de sí para el bienestar de todos.

Aunque el estoicismo ha pasado históricamente como una filosofía de alguna forma percibida egoísta pues se entiende que esta se basa en mantener una mente tranquila y racional, pensando en el presente, sin miedo a la adversidad ni a la muerte. Su objetivo es alcanzar la felicidad y la sabiduría sin considerar los bienes en una relación directa con las pasiones. La máxima aproximación posible a la virtud, entendiendo el logos como la naturaleza de las cosas y aceptando su devenir, racionalizando las emociones y practicando la prudencia en los actos públicos y privados, alejado de los vicios. Un trabajo de fortalecimiento interno individual. Esto es lo que a primera vista se puede apreciar.

Sin embargo, en Séneca vemos algo más. Si bien la tolerancia y el autocontrol son las bases fundamentales sobre las que se construye su propuesta, el paso de más que da, es abogar por la hermandad de la humanidad y la igualdad natural de todos los seres humanos, dando principal atención a las ocupaciones, sabiamente entendiéndose como un animal político, el hombre precisa contribuir en una relación social efectiva para alimentar su razonamiento individual, en este sentido es de forma análoga que la principal intención del hombre que busca la tranquilidad de su espíritu y la felicidad es propender que todos a su alrededor también lo posean, pues esta ocupación lo hará sentir satisfecho y orgulloso, ampliara su conocimiento, promoverá el crecimiento de su razón y lo acercara a la sabiduría y la virtud. Pues solo con el ejemplo de otros aprendemos de aquellos actos que en nuestra línea vital no han ocurrido.

Encuentro una coherencia y una visión transversal con el diálogo de la brevedad de la vida y sus escritos sobre la felicidad en una relación casi matemática; el buen uso del tiempo en ocupaciones importantes para el crecimiento propio y el mejoramiento de la sociedad, generan una tranquilidad del bien hecho, que naturalmente evita estar ocupado en trivialidades ni estar pensando en vicios, pues la atención y la energía están dispuestos y destinados en un propósito especifico. Actuar pues con un propósito claro, es directamente proporcional a la tranquilidad del espíritu. Esto cabe aclarar, que solo es posible según Séneca cuando se haya transitado el camino necesario para lograrlo, por medio del examen de sí mismo, la comprensión del destino, las pasiones y la idea de virtud, el análisis de las cargas que llevo y la crítica propia sobre el uso y empleo del tiempo y las actividades que se dan en él. Pues la suma de estas variables genera hábitos en el hombre que forjaran su espíritu y mostraran lo que este es en público y en privado, permitiendo dar lugar a pensarse como un hombre útil para la humanidad en cada una de las acciones de vida y con esto, manifestar la mayor tranquilidad en su espíritu por consiguiente alcanzar la felicidad, no por el acto, si no por lo forjado en su carácter que ahora constituyen un nuevo hombre.

Referencias

Lucrecio, III 1068; Séneca cita el primer hemistiquio, pero le añade por su cuenta «siempre».

Séneca el Jóven, Diálogos, 2008, Editorial Gredos, Madrid.

Aristóteles, 384-322 a. J. C. Ética a Nicómaco [recurso electrónico] 1ª ed. – San José, 2016

Gian Carlo Delgado Ramos. Buena Vida, Buen Vivir Pierre Hadot, La Ciudadela Interior, Alpha D


[1] Aristóteles, 384-322 a. J. C. Ética a Nicómaco [recurso electrónico] 1ª ed. – San José, 2016


[1] Max-Pohlenz, La Stoa,Penguin Random House Grupo Editorial España, 2022

[2] Emilio Lledó, Prólogo, La Stoa la historia de un movimiento espiritual, 2022

[3] Lucrecio, III 1068; Séneca cita el primer hemistiquio, pero le añade por su cuenta «siempre».

[4] Séneca el Jóven, Diálogos, 2008, Editorial Gredos, Madrid.

[5] Esta reflexión que Séneca atribuye a Atenodoro está ampliamente desarrollada en Brevedad 3, 2-3

[6] Séneca el Jóven, Diálogos, Editorial Gredos, Madrid,2008.

[7] Pierre Hadot, La Ciudadela Interior, Alpha Decay, 2013

[8] Gian Carlo Delgado Ramos. Buena Vida, Buen Vivir

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