
La Guerra de Todos contra Todos
El dilema de la Paz entre el horizonte de la razón y las pasiones.
Por: Julián Humberto Ballén Espinosa
Resumen: En el presente texto se presenta una noción de paz como posible forma de emancipación al propuesto estado de naturaleza, o de guerra de todos contra todos presentado por Thomas Hobbes, desde una exploración conceptual desde la mirada de Kant y Hume, se esboza su definición, causa y posibles dificultades. Especialmente recalcadas en la postura de David Hume sobre las pasiones humanas y como éstas son aquellas que movilizan el actuar social e individual,
Palabras Clave: Paz, contrato social, guerra, naturaleza humana, pasiones
Introducción
La paz cuyo concepto entraremos a conocer detalladamente a continuación, debe asimilarse como el resultado de una sociedad que respeta sus acuerdos sociales bajo la premisa que estoy sean justos, lo que podría pensarse como un panorama deseable, sin embargo, como lo demuestra la misma historia de la humanidad, se presentan constantemente motivos de guerra (avaricia, guerras, inseguridad, precariedad, ruinas), por lo que parece que alcanzarla no ha sido posible. Desde una revisión conceptual a la noción de paz y su contrario el estado de guerra de todos contra todos propuesto por Hobbes se esbozará un estimado de la sociedad contemporánea y desde allí retomando la teoría de David Hume, sobre su perspectiva de las pasiones dar cuenta tentativamente de alguno de los motivos por los cuales no ha sido posible alcanzar este tan anhelado estado. Se busca entonces en este trabajo problematizar el dilema real de la paz como una necesidad o tan solo una ilusión bucólica.
Lo que puede ser relevante en la comprensión o interpretación de la constante presencia de condiciones que alimentan la guerra; según Hobbes, primeramente, la competencia, la desconfianza o la búsqueda de gloria (Hobbes, 2001), que desembocan en realidades contemporáneas con fenómenos como como la pobreza, la discriminación, el racismo y la exclusión (Muñoz, 2011). Aunque esto es un problema en si mismo, no refiere a que necesariamente estos conflictos terminen en guerra, pero ¿es entonces el ideal de paz un estado libre de conflictos? Analicemos nuestro concepto central.
Sobre la noción de paz
Hobbes
La paz es una noción deseable, pues remite tanto a la ausencia de violencia como a la construcción de un estado en el cual no sea necesario que sus ciudadanos teman por su propia seguridad o vida en ningún momento, lo que conocimos en (Hobbes, 2001) como estado de guerra; sin embargo, parece inalcanzable. Pese a la existencia de esfuerzos de carácter gubernamental y aparente voluntad civil para su consecución, siempre nuestra sociedad termina reposando en lo que Thomas Hobbes denominó un estado de guerra de todos contra todos “en que la voluntad de luchar se manifiesta de modo suficiente” (Hobbes, 2001, pp 102). Así pues, se mantiene existente la tensión latente de que un posible acto de violencia puede ocurrir en cualquier momento, un robo, un secuestro, un acoso, una violación, etc. Por no mencionar la gran cantidad de situación o escenarios en los que pueda presentar.
En consecuencia, debe explicarse si es posible desde la figura de Estado, que es una forma de contrato social que legitima la centralización del poder político público y que por medio de normas busca mantener un orden social o, dicho de otra forma; administra las libertades de cada uno de sus miembros sede voluntariamente para asegurar la protección de sus libertades restantes (Hobbes, 2001). Cómo mínimo aquellas que por derecho propio son suyas, como el derecho a la vida, a la seguridad y de ello; la libertad de no inculparse o incriminarse así mismo, a un pariente o amigo, y de la misma forma que las acciones que uno realice son sean delito en tanto no haya una norma que lo prohíba. Es posible romper realmente aquella incertidumbre de desconfianza propuesta en Leviatán. Pues aún con la existencia de dichas normas algunos individuos actúan por fuera de ellas ocasionando terror y violencia alejando al individuo que participa de la sociedad del goce de la paz.
En este orden de ideas para (Hobbes, 2001), la paz solo puede lograrse mediante un contrato social[1]. En su obra Leviatán. Argumenta que, en el estado de naturaleza, los seres humanos viven en una guerra de todos contra todos debido a la búsqueda egoísta de sus propios intereses. La paz se logra solo cuando los individuos acuerdan ceder parte de su libertad a un soberano, formando así una sociedad civil bajo el «contrato social» donde el poder centralizado mantiene el orden (Hobbes, 2001). Su noción, es una postura centrada en el individuo y en cómo sus intereses personales chocan entre sí, dando paso a la necesidad de constituir un cuerpo político con la función de coaccionar la violencia, sin embargo, como vimos en la introducción, la incertidumbre de un acto violento se mantiene.
Hume
Desde otra perspectiva (Hume, 2011) en sus Ensayos morales, políticos y literarios[2] considera que la paz es el resultado de un equilibrio de intereses entre las naciones y dentro de una sociedad. Considera que las pasiones humanas pueden ser dirigidas hacia fines pacíficos si las instituciones políticas están bien diseñadas. Pues son precisamente las pasiones las que detonan las acciones en los humanos y no la razón. «La guerra nace de la ambición de los gobernantes y las pasiones de los hombres. La paz solo es posible si se fomenta un equilibrio de intereses entre las naciones, manteniendo un sistema político que limite las oportunidades de conflicto.» (Hume, 2011, pp.324)
Enfatiza la importancia del acuerdo social y la cooperación para alcanzar la paz. Desde la idea de que los seres humanos son naturalmente sociables y buscan cooperar para su propio beneficio, la paz surge de la aplicación de normas y costumbres que regulan las interacciones y reducen los conflictos, estimando algunas normas básicas e ineludibles cómo la estabilidad de la propiedad o respetar la posesión de los bienes, el cumplimiento de las promesas que busca garantizar la cooperación mediante acuerdos confiables (Hume, 2011) y finalmente la justicia que garantiza seguir normas que regule las relaciones y aseguren la equidad en la sociedad (Hume, 2000)[3]. “La paz y la seguridad de la sociedad dependen de estas reglas generales, y aunque la justicia no surge enteramente de la naturaleza, sino más bien de las convenciones humanas, es tan esencial para la vida en sociedad como cualquier otra virtud.” (Hume, 2000)[4].
Kant
Existe también una noción en (Kant, 2008)[5] llamada paz perpetua que se concibe como una ideal racional más normativa y utópica pues en su postura no es simplemente un estado provisional entre guerras, sino un ideal moral que debe ser perseguido racionalmente mediante lo que denominó la razón práctica, que es la facultad que nos permite actuar según principios morales que no dependen de nuestros deseos o inclinaciones, sino que se basan en la idea de deber (Kant, 2003)[6]. Estos principios son imperativos categóricos, es decir, normas que deben ser seguidas independientemente de las consecuencias o de nuestros intereses personales, es decir que debe prevalecer la obligatoriedad de su cumplimiento, aunque la persona no desee hacerlo. Kant sostiene que la razón práctica tiene una función normativa, ya que no solo nos dice cómo debemos actuar, sino que también puede imponer obligaciones morales. La ley moral que descubrimos a través de la razón práctica es universal y necesaria, y está expresada en la primera formula del imperativo categórico: «obra de tal modo que la máxima de tu acción pueda convertirse en ley universal». (Kant, 2003) e incluso en sus subsiguientes “Obra de tal modo que usa a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como un fin y nunca simplemente como un medio” y “Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines”. (Kant, 2003).
Argumenta que la paz perpetua solo puede lograrse mediante la creación de una federación de estados libres que actúen bajo principios de derecho internacional y que respeten la autonomía de los individuos. En su obra Hacia la paz perpetua imagina un mundo donde la paz es posible si se establecen ciertos principios universales como la república, la cooperación entre naciones y el respeto por los derechos humanos (Kant, 2008). «No se trata de una paz como la que puede darse en el cementerio (la pax sepulcralis), sino de una paz que se sostiene a través de la ley y del derecho. La paz perpetua solo será posible si los estados renuncian al uso de la violencia y respetan un derecho cosmopolita[7].» (Kant, 2008)
Cada uno de estos filósofos ofrece una visión de la paz enraizada en su propia teoría sobre la naturaleza humana y las condiciones sociales o políticas que la hacen posible. Hobbes ve la paz como el resultado del miedo y la necesidad de seguridad, Hume la conecta con el equilibrio de intereses y Kant la concibe como un imperativo moral hacia un orden internacional justo.
La dificultad para alcanzarla
Retomando la mirada de (Hobbes, 2001) la competencia, que lleva a los hombres a atacar a otros para obtener beneficios o tomar lo que desean por la fuerza y la violencia, representando su derecho natural a tomar aquello que desean sin ninguna restricción. La existencia de una situación permanente de este tipo deduciblemente causa que cada individuo tema ser atacado por otros, lo que genera un estado de desconfianza, en el cual se procura su protección y seguridad. Finalmente, la situación que impulsa a los hombres a buscar gloria y prestigio es descrita en Leviatán (Hobbes, 2001) como lo que puede llevar a conflictos violentos.
Con todo ello es manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se denomina guerra; una guerra tal que es la de todos contra todos. Porque la guerra no consiste solamente en batallar, en el acto de luchar, sino que se da durante el lapso en que la voluntad de luchar se manifiesta de modo suficiente. (Hobbes, 2001, pp 102) (Hobbes, 2001)
Lo anterior desde un análisis a la postura Hobbesiana, nos sitúa en un panorama en el cuál podemos inferir que todas las personas tarde o temprano podemos hacer daño a los otros por las razones que sea indistintamente; lo que desde la mirada a la teoría de (Hume, 2000), podremos acercarnos a una forma de comprensión de la génesis real de la dificultad, que radica en las pasiones humanas que son las que movilizan los actos y que no permiten que la razón aun comprendiendo que la paz es algo deseable la alcance; pues prima en el ciudadano sus intereses personales, generalmente promovidos por la estructura de sus deseos y pasiones. Afirma que “la razón es y sólo debe ser la esclava de las pasiones” (Hume, 2000, pág. 415). Esto implica que, aunque el ser humano pueda razonar sobre la paz y sus beneficios, su comportamiento estará más influido por sus deseos, ambiciones y temores, que a menudo conducen a conflictos.
Según (Hume, 2016) en su texto Investigación sobre el entendimiento humano la naturaleza humana se caracteriza por la búsqueda de poder y el egoísmo, lo cual es un obstáculo para la paz duradera. Enfatiza que «los hombres no son naturalmente amantes de la sociedad» (Hume, 2016, pág. 270) más bien, actúan por interés propio. Este interés egoísta lleva a choques inevitables, pues cada individuo persigue sus propios fines, sin tener en cuenta siempre el bienestar de los demás. Esto crea un terreno fértil para el conflicto, ya que los deseos individuales de dominio, riqueza y estatus suelen superponerse y enfrentarse.
Identificando en Ensayos morales, políticos y literarios, (Hume, 2011) la inestabilidad emocional como un problema central en el cual toma relevancia el hecho de que las pasiones son volátiles y tienden a intensificarse en circunstancias sociales complejas. La envidia, la rivalidad y el miedo contribuyen a fomentar una atmósfera de desconfianza, dificultando el logro de acuerdos pacíficos. Así, aunque el razonamiento puede ofrecer soluciones para vivir en armonía, las pasiones humanas, alimentadas por el contexto social y la historia de conflictos, obstaculizan este ideal. Por ende, (Hume, 2011) argumenta que la paz no se puede lograr completamente, debido a que está en tensión con las inclinaciones naturales y emocionales del ser humano, lo cual requiere esfuerzos constantes para moderarlas, en lugar de suponer una paz definitiva.
Referencias
Hobbes, T. (2001). Leviatán, o la materia forma y poder de una cultura eclesiástica y civil. Madrid: Gredos editorial.
Hume, D. (2000). Tratado de la naturaleza humana. Reino Unido: Oxford University Press.
Hume, D. (2011). Ensayos morales, políticos y literarios. Madrid: Trotta.
Hume, D. (2016). Investigación sobre el entendimiento humano. Barcelona: Greenbook editores.
Kant, I. (2003). Crítica de la razón práctica. Buenos Aires: La Página S.A.
Kant, I. (2008). Hacia la paz perpetua. Madrid: Alianza Editorial.
Muñoz, S. A. (2011). Obstáculos para la paz. Sevilla: Escuela de cultura de paz.
[1] Es un pacto de cada individuo con cada individuo, realizado ante Dios, por el cual cada uno se compromete a obedecer a un tercero, al cual nombran en ese acto, y hacer suyas sus órdenes. (Hobbes, 2001).
[2] Hume, D. (2011). Ensayos morales, políticos y literarios. Editorial Trotta. Madrid
[3] Hume, D. (2000). Tratado de la naturaleza humana. Libro III, Parte II, Sección 2. Edición: Oxford University Press, p. 321.
[4] Hume, D. (2000). Tratado de la naturaleza humana. Libro III, Parte II, Sección VI, titulado «De las otras leyes de la naturaleza».
[5] Kant, I. (2011). Sobre la paz perpetua. Akal ediciones. Madrid
[6] Kant, I. (2003). Crítica de la razón práctica. Buenos Aires: La Página S.A.
[7] El derecho cosmopolita se define como un conjunto de normas que regulan las interacciones entre individuos y Estados, sin importar su nacionalidad o ciudadanía.
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