
¿Qué es la «Deconstrucción»?
La deconstrucción es un enfoque filosófico que tiene como objetivo analizar e interpretar la relación entre el texto y el significado. Fue introducido por primera vez por el filósofo francés Jacques Derrida en la década de 1960, quien lo describió como un «movimiento» que se alejaba de las ideas tradicionales de verdad y esencia hacia una comprensión más fluida y en constante evolución del lenguaje y su uso. El trabajo de Derrida sobre la deconstrucción estuvo fuertemente influenciado por su estudio de la lingüística, particularmente el trabajo de Ferdinand de Saussure, y sus intereses filosóficos, particularmente la crítica de la metafísica de Friedrich Nietzsche.
En el corazón de la deconstrucción está la idea de que el lenguaje y su uso son intrínsecamente inestables y que el significado de cualquier texto siempre está abierto a la interpretación. Esto significa que cualquier texto puede ser deconstruido y reinterpretado de muchas maneras, exponiendo las suposiciones ocultas y los sesgos que subyacen en él. El método de deconstrucción de Derrida implica analizar de cerca un texto e identificar las oposiciones binarias que lo sustentan, como presencia/ausencia, habla/escritura y cultura/naturaleza. Luego muestra cómo estas oposiciones binarias no son en realidad opuestas sino más bien complementarias y entrelazadas, desdibujando efectivamente los supuestos límites entre ellas.
Derrida creía que la deconstrucción no era solo una herramienta para la crítica literaria, sino una forma de pensar que podía aplicarse a otros campos como el derecho, la antropología, la historiografía y el psicoanálisis. Lo vio como un medio para desafiar las estructuras dominantes y las relaciones de poder que existen en la sociedad, al exponer las formas en que se utilizan el lenguaje y la cultura para mantener esas estructuras. En esencia, la deconstrucción es una forma de cuestionar y desestabilizar ideas y suposiciones establecidas, abriendo nuevas vías para la investigación e interpretación intelectual.
Constantemente se puede captar un discurso tendiente a “deconstruir” las jerarquías naturales, las distinciones sexuales, la moral tradicional o los temas tabú en la sociedad; por ello conviene reflexionar sobre qué es técnicamente la deconstrucción como herramienta discursiva tan propia de la Escuela de Frankfurt.
La deconstrucción es un concepto filosófico y teórico que fue desarrollado por el filósofo francés Jacques Derrida en la década de 1960. Es parte de la teoría crítica que cuestiona las suposiciones y jerarquías subyacentes en el pensamiento, el lenguaje y las estructuras culturales; presupone que aquello que el occidental cristiano toma como mandato divino y orden natural no es más que simplemente una construcción social que se legitimó en el tiempo.
La deconstrucción se enfoca en analizar cómo las palabras, los conceptos y las ideas están arraigados en sistemas de significado y poder; ejemplo sería que las nociones de “normal”, “deber ser” o “trascendental” son simples ideas que quien ostenta los mecanismos de poder, los legitima en tales conceptos. Derrida argumentaba que los conceptos y las palabras no tienen significado fijo o esencial, sino que su significado surge de su relación con otros conceptos y palabras dentro de un sistema.
También sostenía que los sistemas de pensamiento y lenguaje a menudo privilegian ciertas ideas o perspectivas en detrimento de otras, y ello es producto principalmente de la construcción lingüística que se da en la relación con los otros. Entonces, la deconstrucción busca identificar y desafiar las suposiciones subyacentes, las oposiciones binarias y las jerarquías presentes en los discursos y las estructuras culturales. Se trata de desestabilizar y cuestionar las supuestas verdades y certezas, mostrando las contradicciones y los límites de los sistemas de pensamiento y lenguaje.
La deconstrucción sólo es posible de validar como teoría cuando la persona niega su inteligencia capaz de descubrir los principios metafísicos que rigen el cosmos; por ende, es el propio hombre que desde su voluntad crea la realidad y para eso acude a lo más característico de su ser: LA PALABRA.
La deconstrucción que se afirma en Derrida, debe ser entendida como el intento de reorganizar de cierto modo el pensamiento occidental, ante un variado surtido de contradicciones y desigualdades no lógico-discursivas de todo tipo, que sigue rondando las grietas e, incluso, el desarrollo exitoso de los argumentos filosóficos y su exposición sistemática. La deconstrucción no es una doctrina, ni una filosofía, ni un método. Sólo es, según Derrida, una “estrategia” para la descomposición de la metafísica occidental. Sin embargo, la deconstrucción es responsable por esas “contradicciones” constitutivas, mediante la construcción de arquetipos-síntesis, o infraestructuras, como se las denominará luego. No obstante se crea que su objetivo de promover el juego libre mencionado es nihilista por la cancelación de los opuestos, la abolición de las jerarquías y la desmitificación o desideologización de los filosofemas occidentales, el procedimiento definido y lógico de la deconstrucción no puede ser aprehendido en toda su especificidad.
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