El arte como tendencia a la vida activa

El arte como tendencia a la vida activa

febrero 24, 2025 0 Por Julian Ballen
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Por: Julián Humberto Ballén Espinosa

Resumen

Desde la mirada de Diego Tatián, existe en la filosofía de Spinoza una relación entre estética como sensibilidad para comprender el vínculo entre arte y vida. En su análisis, Spinoza concibe la reflexión sobre la sensibilidad y las afecciones del cuerpo en su interacción con otros cuerpos. Esta sensibilidad, sin embargo, no garantiza un conocimiento seguro, ya que se basa en percepciones parciales. Haciendo una mesurada mención a su sistema filosófico, en el que todo es expresión de una única sustancia, el presente texto sostiene que los afectos influyen en nuestra potencia de actuar y el arte aparece como una vía de transformación que potencia la existencia. La noción de conatus, entendida como la tendencia por perseverar en el ser o manifestar la esencia, conecta el arte con la expansión de la vida y la libertad, ya que permite imaginar nuevas formas de ser, sentir y pensar. Así, la práctica artística y filosófica se convierte en un ejercicio de creatividad que modifica tanto la percepción individual como las relaciones colectivas, reafirmando la potencia del ser en su vínculo con el mundo.

Palabras clave: Estética, sensibilidad, afectos, conatus, potencia.

Estética y sensibilidad en la filosofía de Spinoza

Para comprender el vínculo entre arte y vida en el pensamiento spinozista, es fundamental delimitar la noción de estética que servirá de base para la interpretación de este ensayo, cuya concepción se desarrolla a partir de la filosofía de Spinoza en quién encontramos una suerte de postulados hacia una teoría de la sensibilidad, que como menciona Tatián (2022) posteriormente en una conversión sistemática de la teoría del arte a lo largo del siglo XVIII, es asimilada como “estética”. Desde esta perspectiva, la estética, entendida como una teoría surgida del interés por la sensibilidad, examina las interacciones y modificaciones que experimenta el cuerpo al vincularse con otros cuerpos que influyen sobre él de diversas maneras. Esto implica que las sensaciones no expresan propiedades intrínsecas de los objetos, sino las repercusiones que estos producen en los sujetos.

Spinoza en su Ética[1], constituye un sistema teórico donde todo es expresión de una única sustancia, a saber, Dios o la Naturaleza; Y en este sistema, la sensibilidad no es simplemente un medio de percepción subjetiva, o una facultad autónoma, sino que se inserta como manifestación de afecciones del cuerpo y la mente lo que representa cambios en ellos. Guardando relación directa con los sentidos, la sensibilidad puede llegar a ser un conocimiento incompleto y conducir a ideas confusas o pasivas. Como resultado, si el actuar se basa únicamente en percepciones sensibles sin el uso adecuado de la razón, el individuo queda sometido a ellas, lo que limita su capacidad de acción. 

De lo anterior, podemos deducir que la sensibilidad es la respuesta a percepciones que ofrecen una visión fragmentada de la experiencia. En la filosofía de Spinoza, esto se inscribe en el primer género de conocimiento, es decir, el conocimiento inadecuado. Las percepciones particulares derivadas de la experiencia y los sentidos están relacionadas con las modificaciones del cuerpo ocasionadas por su encuentro con otros cuerpos, lo que llamaremos afectos. Ahora bien, en la filosofía spinozista cada quien, posee la tendencia natural a conservar y expandir su potencia de actuar, aquella que puede ser modificada positiva o negativamente por las afecciones que se experimenten. La sensibilidad, por lo tanto, influye en nuestras emociones y deseos; sentimos placer cuando algo incrementa nuestra potencia de actuar y tristeza cuando la disminuye. 

El arte como manifestación de la potencia del ser

Comprendida la relación entre estética y sensibilidad en el pensamiento spinozista, podemos analizar la conexión entre arte y potencia, que según se explicará propende hacia la vida activa. En este punto, es pertinente señalar que Spinoza adopta un enfoque que puede compararse —aunque con matices— con la «inversión copernicana» metáfora acuñada por Kant[2]. Al dar un giro a la metafísica dejando de considerar al ser humano como el centro de la discusión sobre el ser. En este marco, la belleza no se asume como un ideal objetivo, sino como el efecto que algo produce en el sujeto. Es decir, la belleza no se define a partir del objeto afectante, sino a partir de la estructura del sujeto afectado, como explica Tatián (2022). Sin embargo, esto no implica una visión meramente subjetiva de la belleza, dependiente del gusto individual sino como una manifestación de los cambios producidos en el cuerpo y la mente hacia aquello que es expresión de la armonía y orden del universo. 

La belleza no es pues una relación directa a la naturaleza de las cosas, pues en el marco epistemológico que nos aborda, se considera que esto es un prejuicio de finalidad; el pensar que cada cosa o ser existe para cumplir un papel especifico determinado en el cosmos, conocido en la historia de la filosofía como teleología, “que inclina a tomar por realidades lo que no es sino un efecto de la imaginación” (Tatián, 2022). Spinoza, en su teoría que dilucida nociones de los afectos, explica que los sentimientos de admiración y placer surgen cuando experimentamos algo que nos potencia, nos fortalece o amplía nuestra comprensión del mundo, esto es, que nos afecta de manera positiva en los modos de extensión o pensamiento, -aquellos cognoscibles para los seres humanos- o en otras palabras que favorece o incrementa nuestra capacidad de existir y actuar, como se había mencionado.

En su obra Spinoza y el arte, Diego Tatián establece una relación entre la cultura visual de la Holanda del siglo XVII y la concepción filosófica de Spinoza. La abundancia de imágenes en el contexto cultural del filósofo, así como el giro artístico hacia lo cotidiano, influyó en su pensamiento y concepción de vida a partir de la noción de conatus en tanto potencia innata (vis nativa), o “fuerza naciente que irrumpe desde el interior de cada individuo” (Jean-Clet Martin, 2011) y por tanto contraria del principio de inercia, conforme el cual nada tiene fuerza propia y solo sucede por transmisión o comunicación externa.

En este punto cabe la aclaración respecto a su sistema teórico para la relación de afectos, con potencia, sustancia y esencia, en el cual; sustancia es potencia absoluta y es el todo. Esencia por su parte es diferente a la sustancia, pues pertenece a la cosa, es su potencia propia que le aporta fuerza dinámica que se expresa en un carácter relacional con otras esencias. Así pues, es aquello que define la cosa y le permite ejercer afectos sobre otras.

Desde esta perspectiva, el conatus, entendido como tendencia o esfuerzo de una esencia, es definido por Spinoza como «Cada cosa, en cuanto está en sí, se esfuerza por perseverar en su ser» (Spinoza, 1980). Este principio se manifiesta como la afirmación de la vida y, en el caso de los humanos, como la expansión de sus capacidades. Aquí encontramos una conexión directa con el arte, que, desde lo trabajado en la mirada de Tatián (2002), no es solo una representación de la realidad, sino una vía para ejercer la potencia de la propia esencia en un carácter relacional hacia otros. En este sentido, el arte genera nuevas formas de afectos, percepciones y experiencias, provocando cambios en el sujeto a través de su sensibilidad y abriendo la posibilidad de ser un camino hacia la libertad, pues permite imaginar nuevas formas de ser, sentir y pensar, estableciendo puentes de expresión entre la razón y las sensaciones. 

Así, el arte invita a manifestar la vida desde la inmanencia, es decir, desde la capacidad de cada esencia para perseverar en su existencia y potenciarse en relación con los demás y con el mundo. En este sentido, Tatián (2022) plantea la idea de una «vida activa», que desde la comprensión que, aunque todo cuanto existe es expresión de una única sustancia, esto no implica que el destino esté trazado de manera determinista, sino que, como seres causales, producimos constantemente la manifestación de la naturaleza a través de nuestras decisiones y formas de relacionarnos.

En otras palabras, todas las esencias del mundo ejercen fuerzas que modifican continuamente su expresión desde una correspondencia entre pensamiento y extensión. Por ello, al transformar nuestra manera de pensar, también se alteran aspectos de nuestra composición corporal y de nuestro entorno material. Tenemos la capacidad de buscar nuestra alegría y libertad, asumiendo la responsabilidad de nuestra relación con los otros, la cual se manifiesta a través de los afectos. Este proceso implica un ejercicio de creatividad, en el que tanto las prácticas artísticas como las filosóficas contribuyen a la invención de nuevas formas de sentir y con ello, nuevas realidades posibles. 

Conclusión

Lejos de una concepción clásica de la belleza como ideal objetivo, Spinoza sitúa la estética en el ámbito de la sensibilidad y las afecciones del cuerpo que influyen en la capacidad de actuar. En este sentido el arte, que lejos de ser solo una representación del mundo, se presenta como una forma de expresar y afirmar la vida y la esencia, lo cual es la tendencia natural a ser buscada denominada conatus, transformandola existencia al modificar la manera en que percibimos, sentimos y nos relacionamos con el mundo. En este marco, la creatividad artística y filosófica no es un mero ejercicio estético, sino un acto que modifica las estructuras del pensamiento y la experiencia, reafirmando la potencia del ser en su vínculo con la naturaleza y los otros. Así, el arte se presenta como una herramienta esencial en la búsqueda de una vida más plena, autónoma y libre.

Discusión

¿Si el arte moviliza la sensibilidad y con ella los afectos en tanto el carácter relacional de la esencia como potencia, pero estos son considerados conocimiento inadecuado, como puede el arte contribuir a un conocimiento más elevado?

¿Cómo puede una vida activa, entendida como el ejercicio de participación y de transformación de la potencia de actuar, romper la inercia de un sistema material que homogeniza y hegemoniza las fuerzas de los individuos?

Referencias

Jean-Clet Martin. (2011). Bréviaire de l’éternité. Vermeer et Spinoza. Paris: Éditions Léo Scheer.

Kant, I. (2002). Crítica de la Razón Pura. . España: Editorial Tecnos.

Spinoza, B. d. (1980). Ética demostrada según el orden geométrico. Madrid: Ediciones Orbis. .

Tatián, D. (2022). Spinoza y el Arte. Buenos Aires: Las Cuarenta.


[1] •           Spinoza, B. (1677). Ética demostrada según el orden geométrico.

[2] I, Kant. (2002). Crítica de la Razón Pura. España. Editorial Tecnos.

En el mismo sentido que Copérnico cambió la astronomía al afirmar que la Tierra gira alrededor del Sol y no al contrario, Kant sostiene que el conocimiento no se adapta a los objetos, sino que los objetos se ajustan a las estructuras del sujeto. No conocemos las cosas en sí mismas, sino su manifestación en nuestra experiencia, mediada por el espacio, el tiempo y las categorías del entendimiento.

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